Un experto en aerosoles calcula que son responsables del 75% de los contagios de coronavirus

Un hombre con una mascarilla bajada fuma un cigarrillo.
Un hombre con una mascarilla bajada fuma un cigarrillo.
FERNANDO ALVARADO / EFE
Un hombre con una mascarilla bajada fuma un cigarrillo.

Los aerosoles están detrás del 75% de la transmisión de la COVID-19, según los estudios del investigador zaragozano José Luis Jiménez, que se opone a la teoría defensora del contagio por gotículas.

Miembro honorario de la Asociación Americana de Investigaciónen Aerosoles, Jiménez recomienda que la gente piense en el virus como si fuera humo de tabaco que hay que intentar no tragar. Además, ha insistido en la importancia de llevar la mascarilla ajustada, evitar los espacios interiores y en todo caso ventilarlos de manera correcta.

"Hay muchísimas más evidencias (del contagio) por aerosoles que por gotas", afirmó Jiménez. Sin embargo, la OMS ha rechazado por una "cuestión histórica" el contagio por el aire, como ya hizo en su día con la tuberculosis, que no fue hasta 40 años después cuando se admitió, y por una cuestión "práctica", porque en un principio no se contaba con suficientes mascarillas para protegerse de la infección.

Para el experto, es "casi imposible" que dos personas reunidas en el exterior, con mascarilla y respetando la distancia de seguridad se contagien de coronavirus. Aunque ha destacado que ninguna medida de protección funciona por sí sola, sino que se trata de combinarlas como si fueran capas.

En caso de que sea inevitable estar en el interior de un local, el científico apuesta por ventilar para "limpiar el aire" y que el espacio contaminado no vuelva a ser inhalado por otras personas. Apunta, asimismo, que es necesario que el CO2 en el ambiente no sea superior a 700 partículas por millón, pues garantiza que como mucho el 2% del aire respirado sea aire que ha expulsado otra persona, para los que recomienda la instalación de medidores de CO2 o filtros HEPA.

"Los contagios masivos se dan en lugares donde se pasa bastante tiempo hablando", sostiene el experto, quien explica que al hablar expulsamos diez veces más cantidad de aerosoles y al cantar o gritar cincuenta veces más.

El científico, quien mantiene un contacto directo con el Gobierno de España, aconseja llevar las aulas a la calle, poniendo el ejemplo de Nueva York y Boston, que dieron las clases en el exterior durante la epidemia de tuberculosis de 1910.

A su vez, el catedrático señala que los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EE UU ya reconocen el contagio por inhalación y matiza que no siempre que se emiten aerosoles se expulsa el virus sino que es "esporádico" y por eso ocurre que a veces no se contagian contactos estrechos.

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